LA ESCLAVITUD INFANTIL EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN
La sociedad, que prefiere el orden a la justicia, trata a los niños ricos como si fueran dinero, a los niños pobres como si fueran basura, y a los del medio los tiene atados a la pata del televisor. Mucho antes de que los niños ricos dejen de ser niños y descubran las drogas caras que aturden la soledad y enmascaran el miedo, ya los niños pobres están aspirando pegamento. Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo acribillan a los niños de la calle, porque, desde el punto de vista del sistema, la vejez es un fracaso, pero la infancia es un peligro. Algunos expertos llaman "niños con escasos recursos" a los que disputan la basura con los buitres en los suburbios de las ciudades. E. Galeano. Junto con el incremento de la mendicidad, las clases peligrosas en los suburbios y el paro, reaparece en este fin de siglo la figura del niño que trabaja, mostrando todo ello la deshumanización que provoca la globalización económica. El paralelismo con la situación de capitalismo salvaje del siglo pasado descrita por Charles Dickens, Victor Hugo, Emile Zola o Edmundo de Amicis, sería más que evidente si no fuera porque el sistema, a través de los medios de comunicación, ha introyectado su visión en enriquecidos y empobrecidos. Hoy, la pobreza puede merecer lástima, pero ya no provoca indignación; se considera que hay pobres por las leyes del juego (léase "del mercado") o por la fatalidad del destino. En el planteamiento neoliberal, los pobres son incluso un mal necesario, para disciplinar a la parte de la población con más riesgo, que todavía tiene trabajo y puede consumir, y así exhortarle a que no proteste y sea más "competitiva". Vamos entonces a tratar de desvelar en qué consiste eso de ser "competitivos" y las raíces de lo que está pasando para empezar a tomar conciencia y que salte la chispa que nos haga luchar por un mundo más justo.
LOS ROSTROS DE LA EXCLAVITUD INFANTIL
En América Latina trabaja 1 de cada 5 niños con edades comprendidas entre los 5 y los 14 años, en Africa 1 de cada 3, en Asia 1 de cada 2. En la Unión Europea, son dos millones, sobre todo en las zonas sacudidas por las estructuraciones ultraliberales como el Reino Unido aunque también en otros países socialmente avanzados (¿?) como Dinamarca, Holanda o Francia existe el trabajo infantil enmascarado bajo la forma de contratos de aprendizaje. En Italia los niños semianalfabetos trabajan en los supermercados, confeccionando prendas de imitación, vendiendo heroína... En nuestro país habría cerca de un millón de menores de 16 años trabajando.
De cada dos niños pobres, uno trabaja como un esclavo a cambio de la comida o poco más: vende chucherías en las calles, es la mano de obra gratuita de los talleres, las cantinas familiares y el campo. Asimismo se encuentra en la servidumbre por deudas, en las maquilas, en el servicio doméstico y en la economía sumergida. Los niños son la mano de obra más barata de las industrias de exportación que fabrican los productos de consumo para las grandes tiendas del mundo: pesticidas (Baygon), cosméticos (Christian Dior), ropa, calzado (Nike, Reebock) o juguetes. La mayor parte de los pedidos de muñecas en Hong Kong proviene de EEUU; cuando se acerca la Navidad, la dirección de la fábrica de Kader obliga a hacer turnos de 24 horas con dos breves pausas para la comida. Según uno de los dirigentes, si se gestionasen las cosas de otro modo, "cerraríamos la fábrica y la transferiríamos a Tailandia o a las Filipinas". De hecho, los juguetes de Mattel, Lego o Chicco provienen en un 80% de China, Indonesia y Tailandia. Y en Haití, los trabajadores cosen para Walt Disney a 20 peniques la hora.
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